La verdad sobre el caso Savolta puede considerarse como una de las mejores novelas que se han escrito sobre los años del Pistolerismo en nuestro país. La obra refleja el tenso clima que acompañó el desarrollo industrial durante la segunda etapa de la Restauración Borbónica
- 1903-1921- , fruto de las disputas entre la patronal y dirigentes de las empresas
(representando el capital), y un movimiento obrero en auge, que está cada vez más organizado, y que no duda en alzar la voz en defensa de sus derechos.
Fuerte crítica social, a la vez que buen marco ficticio que desarrolla una trama llena de acción policíaca y de intriga.
Fuerte crítica social, a la vez que buen marco ficticio que desarrolla una trama llena de acción policíaca y de intriga.
La película, igual que la novela, se acerca enormemente a la personalidad de los protagonistas, convirtiéndose estos en verdaderas caricaturas de estándares y modelos que solían reproducirse en aquella época. Savolta, viejo dueño de la fábrica; Lepprince, joven burgués procedente de Francia, presumido, ambicioso y carente de cualquier tipo de escrúpulos; Javier Miranda, el típico chico de provincias que llega a la ciudad en busca de trabajo; Pajarito de Soto, periodista que trata de denunciar los abusos cometidos sobre los trabajadores...
La llamada Belle Époque de la burguesía parecía llegar a su fin, con un movimiento obrero cada vez más concienciado de su situación. El indefinido crecimiento de los beneficios debía repercutir en las condiciones de vida de aquellos que hacían posible el progreso con su fuerza de trabajo. Frente a los matones contratados por los patronos para frenar el avance obrero, se encuentran personajes idealistas como Pajarito de Soto, militares anarquistas, o simples pistoleros. Sin embargo la acción obrera sería respondida con una drástica represión, que perfectamente simbolizan durante la Semana Trágica los fusilamientos de Montjuic, y sobre todo el del pedagogo libertario Ferrer i Guardia.
El campo de guerra fue fundamentalmente la ciudad, y es que con razón, pues era en el tejido industrial y urbano donde el movimiento obrero buscó la base de su lucha contra el capital. El desarrollo de la Confederación Nacional del Trabajo en lugares como Barcelona (donde precisamente tiene lugar la historia) sufrirá como respuesta el pistolerismo blanco, también llamado terrorismo blanco patronal. De forma que esta a su vez contraatacará con el denominado terrorismo anarcosindicalista.
La CNT encontró en la huelga un efectivo elemento de lucha. Por otro lado la impotencia (y la negativa a cumplir las exigencias obreras) de los propietarios al ver frenado en seco el pujante desarrollo que estaban sufriendo les obligó a iniciar una guerra que se cobró la muerte de más de 200 muertos por parte de la clase obrera, y de apenas 20 por parte de los patronos.
Fueron asesinados, entre otros sindicalistas, Pau Sabater, Evelio Boal, Salvador Seguí, Francesc Comes y abogados de la talla de Francesc Layret.
En lo que se refiere a la violencia generada por pistoleros cercanos al anarcosindicalismo, podemos mencionar el asesinato del político José Canalejas.
Así por tanto, Eduardo Mendoza (y Antonio Drove en el film) retrata fielmente la violencia que reinó en las zonas industriales de nuestro país. Esas presiones obreras, en las que tantas veces se escudaban las fuerzas reaccionarias para justificar sus golpes de Estado (por ejemplo con el de Primo de Rivera en 1923) en aras de garantizar el orden y el equilibrio social, a costa, desde luego, del bienestar y los derechos del trabajador.